viernes, 15 de diciembre de 2006

De pre-supuestos

Desde hace años y hasta fechas recientes por diversos motivos he permanecido desinformado de las grandes cifras de nuestra ciudad, aprovechando de los comentarios leídos en una bitácora amiga, he sabido de las que se barajan para el próximo ejercicio, esto ha traído a mi memoria las cifras de los dos primeros presupuestos de las Corporaciones Democráticas, el primero, presupuesto prorrogado del ejercicio de 1978, alcanzó la abultada cifra de 450 millones de pesetas, el siguiente y primero aprobado por la primera Corporación Democrática para el ejercicio1980, alcanzó la desorbitante cifra de 750 millones de pesetas.

Dicho lo cual solo me resta añadir que nunca me gustó entrar en le juego de las grandes cifras ni de los porcentajes, eso se lo dejo a los economistas que con ello disfrutan y hasta hacen juegos malabares, donde está la madre del cordero es en la letra menuda, en los capítulos y partidas, ahí es donde se esconde el verdadero intríngulis del presupuesto, en eso y el capacidad de gestión, claro está, ¿de que sirve un presupuesto abultado si se gestiona mal o se derrocha?.

El PIB y Doña Esperanza.



Un lector anónimo critica, con todo el derecho por supuesto, mis opiniones sobre la Presidenta de la Comunidad y me reprocha que no reconozca los méritos de su gestión en especial el incremento del PIB, no faltaría mas asumo mi error y reconozco su parte alícuota en tal logro, ahora bien ya que estamos en estas además de reconocer el mérito aludido justo es reconocer algún otro, por ejemplo las listas de espera en la sanidad, la descapitalización de la enseñanza pública, el sectarismo presupuestario, la especulación salvaje, el victimismo, los malos modos, el ninguneo de la oposición, la manipulación informativa de Telemadrid, la prepotencia de sus consejeros...
Si, el PIB es importante, pero no olvidemos que solo es un índice estadístico, debajo de él no podemos esconder ni los accidentes de trabajo, ni la precariedad en el empleo, ni la explotación de los jóvenes, ni el daño al medio natural, ni el desarrollismo entendido bajo la lógica de la especulación, ni el endeudamiento de las familias, ni la falta de sensibilidad hacia los mayores etc. etc. A ver si con la borrachera estadística vamos a perder de vista quienes son los auténticos destinatarios de tales logros, ¿o ya lo hemos hecho?.